CAMINA

“La vida es una montaña.”

Regalo de cuatro días de desconexión

Salir a explorar la montaña es realmente una promesa excitante o algo aterrador que te conduce a una parálisis temporal. Para eso no nos vamos solo con lo puesto, o si? nos llevamos agua, algo para comer, una soga y un libro.

A veces las cuestas se hacen difíciles realmente. Se cansan tus pies, tu respiración se agita y crees que no puedes más, estás a punto de abandonar y te planteas “llegué hasta aquí” entonces sigues poniendo un pie delante del otro y continúas así por un largo rato.

El corazón palpita, tal vez hasta tu nuca empiece a sudar. Aún así sigues subiendo. Sabes que aquella cima merece toda la pena y eso te estimula, te da el aliento para cargar tu pesado cuerpo hacia arriba sin chitar. a veces te ocurre mirar hacia atrás a todo el camino recorrido y lo único que ves es un camino ya trazado y en picado, a los laterales de ese camino, árboles por doquier que podrían darte cobijo, sombra o entorpecer el camino. También tienes unas vistas maravillosas si miras al horizonte, es así que recuerdas realmente por qué has elegido exactamente este desafío de vida y de experiencia, puedes quedarte admirando este paisaje toda la vida, solo un rato, o simplemente un momento fugaz, tu decides capturar con tus ojos toda esa belleza que te regaló la existencia misma del verde de la tierra uniéndose con el celeste del mar y el cielo. 

Aprovechas aquel espacio de descanso para beber algunos sorbos de agua y humedecer tu garganta, tomas la sabia precaución de que solo sean algunos sorbos y no más ya que es probable que más adelante necesites volver a beber y esta vez sea crucial.

Aunque tu cuerpo se mueve automáticamente poniendo tu mochila hacia delante,, abriendo el cierre, tanteando lo que encuentras ahí dentro, poniendo y sacando cosas, tus ojos continúan fijos en el horizonte, no puedes distraerte de aquel paisaje como si fuera la obra de arte más preciada y valorada que haya creado el hombre jamás.

De un momento a otro estás listo para continuar la experiencia, las piernas que reposaban ahora vuelven a la carga. Tus latidos aún agitados, pero tu corazón, tu corazón rebosa de energía, unos metros más arriba y notas que late con tal magnitud que sientes como presiona con su masa para salir de tu cuerpo o ganarse un nuevo lugar en tu propia masa, aquella que presiona para atesorar ese músculo sin el cual no podrías estar aquí.

A veces la excitación empuja tu cuerpo y corres, otras veces decides caminar. Solo la luz del sol es tu preocupación, si calienta demasiado, si se queda sobre tu cabeza, si ahora acompañan las nubes o si pronto se ocultará detrás de algún otro gigante de montaña y te dejará solo y desamparado en el medio de la noche aunque lo sabes, esa estrella te acompañará por el resto de tu vida aunque si estás en alguna parte del planeta puedas creer que ya no precisas de él para subsistir y se niegue a salir por largos períodos de tiempo jamás te dejará. Aunque la noche estrellada se pose sobre tus hombros en lugar de tu mochila, esto también pasará y luego de algunas horas volverá a salir el sol. Así que puedes quitar de tu mente aquel pensamiento que lo único que hace es crear más peso con el que cargar en este viaje. 

Los metros en subida continua y la mochila sigue sobre ti, eres un buen soldado, tus pasos están perfectamente sincronizados los músculos que tienes como ìernas pueden moverse aún, aunque en ocasiones cruce por tu mente el vago recuerdo de un calambre por las noches. 

No siempre irás en subida y esto puede proporcionarle un descanso a tu agotado cuerpo a menos que tu atención se enfoque solo en la presión que sienten tus dedos en las zapatillas al bajar esta pequeña cuesta. 

Mi recomendación es que aproveches el envión, porque luego viene una parte tal vez un poco más empinada que la anterior, y no querrás agotar todas las reservas de energía que tienes. 

La bajada se termina. El descanso activo se acabó, es hora de poner todo el motor de tracción nuevamente en acción.

Entre los árboles frente de ti puedes divisar el primer mirador. Solo para ti, parece un poema o la prosa más maravillosa que tus oídos hayan escuchado jamás. Este  te invita a reposar un poco, a ponerte al frente de el mayor acto de rebeldía al que un mortal puede aspirar; ESTAR PRESENTE, admirar y valorar sus propios esfuerzos sin regodearse en nada, solo sentir el placer y el gusto que da sentarte en una roca a admirar este paisaje imponente que llena tus pulmones de un oxígeno puro. A juzgar por el gozo que sientes podrías querer estacionarte aquí para siempre solo admirando un mirador de los tantos que te regalaría esta montaña si siguieras el recorrido de aquel camino. Pero algo dentro de ti vuelve a pulsar y retomas la travesía, la cima está lejos y aunque estará ahí por el reto de tu vida, tu no quieres esperar. 

Los metros suben, el cansancio también, los minutos pasan y también algunas personas bajan por el mismo camino que tú elegiste para subir. ¿acaso la cima no es lo suficientemente hermosa como para quedarte allí? ¿por qué bajaron de un lugar tan maravilloso?

Aunque la promesa de la cima se siente vertiginosa y eróticamente desafiante, haber visto a algunas personas bajar te juega una pequeña mala pasada y coqueteas con la tonta idea de volver al mirador anterior y quedarte en ese pequeño gran logro observando algo que tus ojos ya conocen. Si eres lo suficientemente fuerte la montaña te recompensará con varios miradores más y luego te permitirá llegar a la intimidad de su cima.

Pero si te atreves a volver sobre tus pasos aquella promesa se alejará nuevamente de ti y perderás la oportunidad de apreciarlo todo desde aquella altura tan poderosa.

Por suerte rápidamente desestimas esa vaga idea , conduces con valentía el transporte de dos piernas y dos brazos, es cíclico, ya lo sabes, simplemente un pie delante del otro, igual que todos los días de tu vida, la única diferencia es que en una montaña debes caminar para llegar siquiera a un mirador y en la vida, si solo eres un mirador no lograrás hacer nada. Así que para llegar a la cima de esta también deberás ser un hacedor y romper con el envión del estancamiento.

Pareciera que a tu alrededor solo hay verde que te acompaña y eso te gusta. Los pájaros te alientan a cantar y como estás solo te permites desplegar tus cuerdas vocales y haces vibrar las columnas de aire que salen de tu boca. 

Este camino es un poco transitado por lo que algunas personas van a acompañarte en la misma dirección en la que tu vas, podrían caminar a tu misma velocidad e ir delante, al lado o detrás tuyo. Alguno caminará con un poco más de prisa y te dejará atrás como si jamás hubieras compartido el camino con él y otras personas simplemente verán cómo eres tú el que se aleja de ellos. Te verán achicándote a medida que más metros te separan a ti de ellos.

Aunque el camino puede parecer solitario solo confía, verás… nadie logrará mover tus piernas por ti, eso sólo puedes hacerlo tú, así que es mejor que te acostumbres a la idea, porque todos pasamos por ello. Aunque a algunos nos cueste un poquito más adaptarnos a ello. En ocasiones podrías encontrar a alguien que te acompañe durante un largo trayecto del viaje esto te va a facilitar algunas partes del proceso y podría dificultar otras. Podrías tener que esperar que aligere el paso por ti o dejarte empujar por él cuando tus energías estén dando la sensación de que quieren terminar o simplemente sea tu mente la que quiera abandonar esta experiencia y sea tu compañía la que te traiga a la conciencia, la realidad inigualable de que eres mejor de lo que tu propia mente te hace creer que eres. Hay un dicho que dice “si quieres llegar rápido hazlo solo, pero si quieres llegar lejos ve acompañado y puedo creer que sea así, lo he experimentado aunque realmente disfrute el camino en solitario hay momentos difíciles en los que solo te puedes sostener gracias a las manos que se extienden para ti. Sin embargo, insisto en que nadie puede hacerte poner un pie delante del otro más que tú. 

Esta es la vida, así, aunque ruegues por que alguien más te suba a sus hombros o te tome en brazos como a un niño pequeño y te lleve a la cima eso solo podría ser posible en un momento, igual que solo es posible ser un niño por algunos años.Solo tú ves por tus ojos, hablas por tu boca o acaricias con tus manos y por su puesto solo tu te trasladas con tus propios pies. 

VAMOS! resiste, está claro que sería mejor ponerse una meta más chica, pero verás que este gran esfuerzo tiene su recompensa.

Sigues adelante, tus pies se sienten calientes de tanto caminar, fantaseas con aquel plato de comida que te regalarás cuando estés en tu hogar. Aunque aún te falten horas para llegar hasta el final. ¡lo entiendes? La vida es una serie de cuestas en subida y cuestas en bajada en donde debes vencer tus propios temores para llegar a algún lugar.

En un libro alguna vez leí que el miedo es aburrido y así es. El miedo te priva de los matices de la vida. Imagina que en vez de subir a la montaña por primera vez en tu vida decidieras quedarte como cada día de tu existencia sentado en un sillón mirando una caja luminosa viendo como otros si se atreven a saborear al sazón de esta realidad, aburrido… ¿Verdad? imagina que todos los días de tu vida miras la misma película, por qué elegirías volver a despertarte en un día más si ya sabes lo que vendrá mañana?// El miedo de que tu cuerpo no resista o se canse demasiado, o que llueva, se vaya el sol, “cuanto falta para llegar, etc… es lo que alimenta el peso de tu mochila en este viaje.

Algo si es seguro, que si encuentras esa pequeña chispa en tu interior que genera ese golpe de energía, a veces estimulado por una gota de agua en tu lengua o un gajo de naranja que te haga recordar lo lindo que se siente tener algo dulce en la garganta lograrás sin lugar a dudas seguir caminando y gracias a tus esfuerzos encontrarás en cuanto menos te lo esperes aquella cima tan soñada.