Los días pasaban a las chapas. Teníamos sueños de futuro, pero el futuro no era ahora, ya, ya. Los días de adolescente se pasan al toque, viste, con treinta pirulos te puedo decir que en una parte malgasté mi juventud, o también podría decir que todo ese tiempo de ocio me lo di por todo lo que no iba a tener de adulto.
Es muy gil pensar que el wachin que se quiere papear el mundo está dispuesto a sacrificar sus momentos de ocio, jugar a la play con los pibes, comer mandarinas sentados en el rayo del sol, o pateando con los hijos de la vecina Mabel.
Yo volvía del colegio a las 13:00, me ponía unos buenos temones a todo lo que da, y me iba a dormir la siesta a la cama de mis viejos; hasta las siete y pico no me veías el hocico, es más si no me picaba el bagre podía torrar largo y tendido por ahí me tiraba hasta las 23.
Mabel nos hacía la leche a la tarde, cuando la mano venía un poco mejor para todos también pelábamos unas galletitas (las de leche con chispitas de chocolate eran las que yo siempre llevaba) baratas y ricas.
La vieja tenía una hija, Carlita, venía a jugar a la pelota con nosotros después de tomar la leche y hacer la tarea, cuando era una changa siempre se sentaba en el cordón a hacerse la linda, estaba buena y lo sabía. Con el paso de los años dejé de prestarle tanta atención a la pelota para dedicarme a escuchar sus anécdotas de secundaria, hablaba como una cotorra, pero era de inteligente… mientras los otros seguían jugando al veinticinco con los del barrio que también querían patear; yo afianzaba mi amistad con Carla, podíamos hablar una banda de horas tomando birra y siempre eran temas profundos, creo que por eso la quería tanto, lograba mantener mi atención siempre al 100%, serán eso los amigos? Por qué con el tiempo todas mis conversaciones se volvieron triviales, planas, sin contenido para pensar, a mi me gusta que me camine el bocho, y de grande me doy cuenta que la gente no quiere mover las neuronas, bueno ahora un poco ya le fallan las conexiones a las mías, no se quieren agarrar de la mano, viste.
Carla me re bancaba en esa de mantener la cabeza curiosa, en muchas cosas me hacía sentir cerca de mi vieja que murió cuando le entraron a afanar a casa.
Carlita también se murió, creo, no lo tengo muy presente, sé que me dolió en el alma cuando me enteré y me agarró un dolor muy fuerte en el pecho, me tuvieron que internar. Lamentablemente toda esa época la tengo muy borrosa. Por lo que recuerdo, ella siempre se iba en bondi al cole y volvía pateando a la casa de Mabel, pero ese día no tenían para pagar el colectivo y también se fue caminando de ida, eso es lo que me contó Mabel. Cuando llegó al colegio la llamó a la vieja y le dijo que un tipo de cara conocida la estaba siguiendo. De cara conocida podría ser cualquiera, en el barrio terminas conociendo a todos los que van a comprar pan y fiambre, coca o faso, siempre pasan por la misma calle, para entrar y salir. Nosotros parábamos ahí, porqué también estábamos a la vista de todos, por si pasaba cualquier cosa, o entraban a los tiros o arrancaban a chorear. La casa de Mabel tenía pared de material, y nos daba más seguridad. Me acuerdo poco de todo, pero me acuerdo que cuando Carla desapareció ya no me senté más en el cordón con nadie, ni las mismas caras me parecían conocidas. Dejamos de salir a la calle a compartir la tarde con los del barrio, dejamos de hablar con extraños, dejamos de ser niños para desconfiar de todos, dejamos de tomar la leche en lo de Mabel, algunos empezamos a tomar otras cosas más que birra, algunos se murieron por eso, yo dejé de pensar en Carlita por eso.