La princesa Pimienta de ojos azules y pelo rizado, sufría, si es que se le puede decir así, un síndrome del cual aún ni siquiera se le ha dado un nombre, tampoco se sabe su procedencia ya que es la única persona conocida quien lo posee. Una condición sin igual que la somete a unas ganas ilimitadas de comer plantas y flores silvestres. Este consumo no le traía ningún problema en absoluto, ya que a diferencia del resto de sus amigos tenía un metabolismo muy pero muy veloz, lo que impedía que al comer grandes cantidades de hojas verdes pudiera evitar el malestar como si su plato del día fuera uno más del montón, pero, no todo podría ser tan maravilloso. Al terminar la ingesta, tenía unas flatulencias de tal magnitud que si se colocaba debajo de un elefante y diera rienda suelta a la salida de los gases, lograría levantarlo mucho más alto los árboles de la plaza del pueblo.
Han probado con miles de tratamientos médicos, sus padres lo habían intentado TODO, desde tratamientos con flores del campo de los elfos, baños de infusiones de cuatro horas de duración, inyecciones para animales hambrientos con problemas intestinales, años de cenas increíblemente apetitosas, reemplazar las hierbas por toneladas de hielo, pero nada, nada traía ni siquiera una mejoría a Pimienta solo le gustaban las hojas verdes.
Por supuesto que esto no le traía ninguna dificultad para relacionarse. Sus amigos se divertían mucho con ella; solían jugar competencias para saber si podrían aguantar la hoja con sabor más asqueroso que pudieran probar, pero la damita siempre salía victoriosa, pues, era el color de las hojas lo que más sabroso le parecía. Otro de sus pasatiempos era hacer flotar a dos o tres amigos con las ventosidades que le ocasiona aquella dieta, ¡claro! sus amigos eran felices, con un broche en la nariz levitaban con total fluidez a veces se acostaban a mirar el cielo, otras veces se sentaban en posición de cabalgata imaginando una persecución, otras tantas pensaban que podrían llegar a la luna como astronautas sin cohete.
Un día un vecino le preguntó si ella era capaz de cortar el pasto del jardín de su casa, una invitación que a Pimienta le pareció maravillosa, contestó encantada y feliz, pues, se iba a dar una panzada increíble, y para mejorar la propuesta de tal disfrute también le pagarían con un par de monedas de oro. Este vecino al ver los resultados quedó contentísimo y lo comentó con otro vecino que también necesitaba sus servicios de cortadora de pasto profesional, este a su vez compartió esta maravilla con sus hermanas, y sus hermanas con sus amigos, y sus amigos con sus padres, tal es así que sin darse cuenta Pimienta en unos meses se hizo famosa en 7 reinos diferentes. 3 reyes le dieron una condecoración especial, los reinos nunca habían estado tan hermosos y esto se lo debían a la princesa. Los otros 4 reyes esperaban ansiosos la visita para ver con sus propios ojos ese don magistral del que tanto se comentaba por las calles.
A los dos años de su labor ardua y deliciosa le tocó un encargo especial, tendría que cortar 6 hectáreas de tierras a un campesino de las afueras, quien la esperaba con muchas ganas, pues su hija mayor festejará el casamiento en la finca de su padre, y para ello todo debía estar impoluto, algunas eminencias estarían presentes en el evento, y cómo no? tampoco podría faltar Pimienta, ellos estarían felices de agasajarla en la fiesta luego de ese gran labor que poco esfuerzo le costaría, fue una invitada de honor.
-verá señorita Pimienta, cuando la noche caiga las luciérnagas iluminarán los campos, no hay cosa más mágica que esta, por la noche creen que nadie las ve y merodean libres entre nuestros árboles, sus colas iluminadas dejan un halo de luz tan precioso que parecen hadas que han venido a bendecirnos (le dijo el campesino con los ojos iluminados). Mi corazón se llena de alegria por saber que usted será quien embellezca mi finca, qué mejor que su experiencia para dejarlo todo impoluto.
-Luciérnagas? jamás he trabajado en un campo con luciérnagas, a la luz del día no las podré ver, espero que no descansen sobre la hierba, de todos modos nunca habrá estado tan satisfecho señor, se lo aseguro!
Comenzó su tarea el mísmo día de la boda a las 6:00am por si algún inconveniente pudiera interrumpir su trabajo, a veces cortaba directamente con los dientes, otras veces le parecía mejor cortar con tijeras y guardarlas en una canastita que nunca llegaba a llenar pues siempre estaba masticando con placer. Ha encontrado algunas luciérnagas que pudo evitar comer, aunque dudaba de si realmente había podido evitarlas a todas, pero de sabor la hierba estaba deliciosa, fresca y crocante por lo tanto no habian alteraciones, así fué que cogió confianza y tomó velocidad, 4 horas más tarde su quehacer estaba ya terminado. Pimienta iría a darse un baño y descansar, pues en la noche debía estar fresca como una lechuga.
Al llegar a la fiesta todo estaba hermoso, varias mesas largas repletas de comida y bebida, arreglos florales en cada silla, en cada árbol, una torta que parecía el alma de la fiesta,
luces de colores adornando la pista de baile, los vestidos de las invitadas parecían angelicales, los hombres estaban muy elegantes, la musica sonaba suavemente, pero le daba un ritmo exquisito al ambiente.
Pimi aún no había sentido los efectos secundarios del banquete del desayuno, pero poco a poco comenzaba a vibrar su pequeña pancita, sus manos tocaban su abdomen y le daban calor, tal vez esto pospusiera un poco lo inevitable, pudo contenerse casi la mitad de la velada, y aunque tirarse pedos no le daba verguenza, sentía que era una falta de respeto hacia los novios llevarse el centro de atención con tales sonidos. Podría sonar hasta más fuerte que las trompetas de la orquesta que estaba tocando!
Al sentir el primer flato haciendo fuerza para liberarse, huyó despavoridamente hacia donde estaban los primeros cúmulos de árboles, se escondió detrás de uno de ellos y tapando su rostro expulsó la primer burbuja de gas, el alivio se sintió inmediato. Al volver a la fiesta, parecía que se había perdido de la mejor parte, las luces en el cielo parecían haber deslumbrado a todos los invitados, los novios estaban encantados, se llevaron una gran sorpresa, Pimienta aún no sabía de lo que sus colegas estaban hablando con tal asombro. Dos copas más y Pimienta nuevamente tuvo la necesidad de apartarse de grupo para expulsar el malestar que de sus nalgas quería salir, detrás mismo árbol de antes con los ojos cerrados, para ayudar a su fuerza abdominal liberó las tensiones y abrió las compuertas para un gran repertorio de pedos que estaban ocupando su intestino, sonaba más que cuando la caballería armada del rey se acercaba por las calles de piedra. Mientras rompía con el silencio del bosque, a lo lejos oyó que uno de los invitados gritaba:
-MIREN! AHÍ ESTÁN OTRA VEZ!!
Las voces de asombro de todos parecían un murmullo exagerado, la novia gritaba de emoción, abrazaba a su padre y le agradecía la sorpresa, las madres de los novios lagrimeaban al ver tanta belleza. Pimienta rápidamente abrió sus ojos, y descubrió que sus gases estaban arrojando luciérnagas fuertemente hacia el cielo, al llegar al punto más alto estas se separaban y volvían a caer al suelo, era un espectáculo vistoso, espléndido y radiante! cuanta más fuerza abdominal hacía, más altas llegaban las lucecitas, y más asombrados los invitados. Es así como descubrió que las luciérnagas dormían y guardaban sus larvas en el pasto, es así como dicen que se descubrieron los fuegos artificiales, es por eso que Pimienta ahora disfruta tanto de ir a los eventos que el campesino hace en su finca, aunque este nunca sepa a qué se deben tales dibujos en el cielo.